Desde que yo era pequeño, he
sentido devoción y veneración hacia los Sagrados Corporales de Daroca; al
fin y al cabo, la ciudad se encuentra cercana a mi pueblo natal. Ya de
pequeño me contaban que algunas personas iban allí a someterse a algún tipo
de exorcismo, o que los Corporales tenían la facultad de expulsar al Maligno
en algunas personas que se comportaban de formas extrañas y se creía que el
diablo vivía dentro de ellas. Creo, aunque lo digo sin tener datos, que ese
aspecto de la devoción a los Corporales ha caído en desuso. De mayor, comprendí que la presencia de los
Corporales era la presencia del Santísimo Sacramento. Recién ordenado
diácono, fuimos a Daroca de excursión con el grupo que participaba en las
tareas de la parroquia de Santa Isabel. El sacerdote que nos atendió, D.
Julián, cayó en la cuenta de que había recibido el diaconado en fechas
recientes y me invitó a exponerlo. Fue muy emotivo para mí, puesto que iba a
ser la primera vez que expusiera el Santísimo, y lo iba a hacer nada menos
que con los Corporales de Daroca. Más tarde, participé un año como sacerdote
el día de su fiesta y los acompañé en su procesión. Dese hace tiempo, procuro hacerles una
visita al año, normalmente coincidiendo con mis vacaciones. He estado por
estas fechas y me he sorprendido cuando, al entrar en la Basílica que los
alberga, me los he encontrado expuestos al público. Yo había elegido un
jueves para visitarlos; todos los jueves del año tienen en la Iglesia un
marcado carácter eucarístico en memoria de que la última cena de Jesús fue
el jueves de la primera Semana Santa.
El corporal milagroso, del siglo XIII, que contiene las seis hostias ensangrentadas, se guarda en una cajita rectangular, regalo de los Reyes Católicos, que se puede abrir y
cerrar. Esa caja, a su vez, es la que está contenida en una arqueta de
plata, que posee un eje giratotio, y que permite girarla hacia la
estancia que hay detrás del retablo al igual que hacia el interior de la
capilla. El óculo ovalado que hay en el retablo deja ver la caja de
plata con las puertas cerradas; así es como se presenta normalmente.
Hasta ahora, de forma excepcional, cuando se daba la visita de un grupo
numeroso y solo en otras ocasiones especiales, los fieles podían ver el
Corporal del milagro. Ahora, el nuevo párroco, el padre José, ha
decidido exponerlos cada jueves a las seis y media de la tarde. Ante
ellos se reza el rosario; a continuación se celebra la misa y después se
tiene una media hora de adoración con las vísperas y la Hora Santa. En
total, noventa minutos consecutivos de exposición.
En Daroca se refieren a los Corporales como "El Santísimo Misterio". Fue el 23 de febrero de 1239, cuando el Rey de Aragón, Jaime I, se encontraba en la empresa de la reconquista de Valencia. En esa jornada, Mosén Mateo celebraba misa para cinco capitanes (uno de ellos era de Daroca) y se vio interrumpida por el ataque de las tropas enemigas. Antes de la comunión, el sacerdote escondió el corporal con las seis hostias consagradas bajo unas piedras. Librada la batalla, los capitanes y su capellán fueron a recibir la comunión, cuando, al retirar las piedras, encontraron que las seis hostias se habían hecho uno con el tejido del corporal (ya no se podían soltar de él; estaban entre el tejido de la tela), siendo que cada una de ellas contenía una mancha de sangre. El Cuerpo y la Sangre del Señor, que eso es la Eucaristía, se habían manifestado en las especies consagradas de ese corporal. El 7 de marzo del mismo año 1239, los Corporales llegaban a Daroca sobre una burra que los portó desde la localidad de Luchente, donde tuvo lugar el prodigio. Y todo esto está atestiguado y debidamente formalizado con actas notariales cercanas al momento en que acaeció el milagro. En este año 2014 se ha cumplido el 775 aniversario de estos acontecimientos, que 25 años más tarde (750 aniversario), influirían en la insitución de la solemnidad del Corpus Christi en la Iglesia universal. En la Basílica daroncense se encuentra la bandera de las cuatro barras rojas, señal del Rey de Aragón, que Jaime I de Aragón portó en la Reconquista de Valencia.
Como siempre, fue para mi una gran confortación espiritual la de poder postrarme ente los Sagrados Corporales y meditar ante ellos en el misterio eucarístico. Solo que esta vez, fue con asombro y gran emoción al poderlos contemplar largamente sin haberlo esperado. Felicito al padre José por su iniciativa y espero que perdure en el tiempo como el momento de cada semana en que podemos ver con nuestros ojos y rezar ante los Corporales de Daroca.Deo gratias.
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