sábado, 2 de diciembre de 2017

LOS CURAS SHOWMAN


Resultado de imagen de un cura bailando


Curas showman, curas payasos, curas bailarines... A menudo, las redes sociales nos muestran celebraciones litúrgicas en las que el sacerdote celebrante canta o baila "el despacito" de Luis Fonsi; o canta el Aleluya de Leonard Cohen apoyando el pecho contra el altar; o se marca una actuación estelar de "mamma María" y otras muchas manifestaciones de la vena artística de algunos clérigos. Otros tienen el don de la palabra y, micrófono en mano, pronuncian larguísimos monólogos no en tono exhortativo u homilético ni explicando el evangelio, sino pronunciando verdaderas arengas para levantar a la asamblea, provocar los aplausos; gritan, bajan el tono, se ríen, sonríen, agitan las manos, se recorren todo el espacio con el inalámbrico; tocan niños, bendicen enfermos, imponen las manos, cantan, provocan... Todos estos casos muestran excentricidades y nos traen una devaluación de lo que es la liturgia. Nada menos que la liturgia es una acción sagrada, la celebración del Misterio; ese mistero debe mostrarlo y hacerlo comprensible; es lo que se llama la mistagogia. Por otra parte, toda liturgia tiene como finalidad propia acercarnos a Dios, acercarnos a Jesús. Ese tipo de celebraciones, más bien nos acercan al celebrante, que hace alarde de sus capacidades mundanas y realiza ostentación de sus habilidades profanas, convirtiéndose en el verdadero protagonista. Yo conocí a uno que se apostaba en la sacristía con el organista a que en esa misa iba a dar un do de pecho. La atención de los fieles no puede ir a Jesucristo, el Señor, sino a ese peculiar celebrante, que suele cosechar los aplausos y el divertimento de su asamblea. Pero luego están los otros fieles, los que sí quieren encontrarse con Jesucristo, los que quieren comprender y profundizar en la Palabra de Dios, los que quieren alimentar su vida cristiana y que en ese tipo de celebraciones no se lo facilitan. Y es que cada cosa debe estar en su sitio. A misa se va a lo que se va; si quiero ver lo otro, pues me voy al circo a ver payasos o al teatro a escuchar monólogos de mucha mejor calidad literaria o a la ópera a ver los soliloquios de tenores y sopranos. A Dios lo que es de Dios.

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