domingo, 8 de octubre de 2017

CRÓNICA DE AQUELLA SEMANA DE OCTUBRE (de 2017)

Barcelona, desbordada por un millón de personas en una de las
mayores manifestaciones de su historia. Foto agencia EFE.
   Algunas personas creyeron que, por pertenecer a un territorio, eran mejores que otras, que son menos dignas porque no pertenecen a su territorio. Y entonces empezaron a odiarlas, a crear mentiras a su medida, a inventarse una historia falsa que les complacía más que la historia real porque los exaltaba sobre las demás personas, y les enseñaron a los niños esa otra historia, y les enseñaron a creerse mejores que los demás, a los que tacharon de opresores, y a odiarlos. Y los odiaron tanto, que quisieron separarse de ellos sin contar con ellos. Y buscaron el reconocimiento de los del mundo de fuera, pero los del mundo de fuera les hicieron ver que ellos mismos son parte de esa realidad a la que habían odiado y que, fuera de ella, no son nada, nada especial y nada del otro mundo.

   Entonces, algunas personas empezaron a despreciar a los que no les daban la razón. Y se dividieron las familias, se dividieron los grupos de amigos, rompieron asociaciones, partieron su tierra en dos, su gente en dos, y se quedaron en minoría. Pero esas personas ostentaban un poder, y entonces decidieron emplear sus instituciones de poder para imponer su visión a todos, e intentaron cambiar para siempre la realidad de su tierra sin contar con la visión de los demás. Quisieron romper una realidad social y política de más de cinco siglos sin diálogo, sin convencer, solamente desde la imposición. Y elaboraron una estrategia para maquillar sus intenciones de democracia. Pero era una democracia falsa, era mentira, era engaño. Era el planteamiento de unos pocos contra todos.

   Y esos pocos, desde sus estructuras de poder, convocaron una votación como estrategia; una votación que fue declarada fuera de la ley por los tribunales. Pero desobedecieron, y sacaron urnas que no eran transparentes y que estaban llenas de papeletas antes de la votación. Y algunas personas votaron tres, cuatro y hasta cinco veces en lugares distintos. Y en muchos puntos salieron más papeletas que gente había en el censo. Y se enfrentaron a las fuerzas de seguridad enviadas por los jueces de su tierra; y sacaron fotos de otras situaciones, fotos con sangre, para decir que habían sido agredidos, que habían sido reprimidos con violencia, que habían cargado contra ellos; para decir que “esos otros” son los malos y que ellos son los buenos. Y tomaron las calles con gritos y con insultos, rodearon a los agentes en sus jefaturas, en sus hoteles; querían impedir que descansaran. E intimidaron a los propietarios de algunos hoteles y les obligaron a cerrar porque les amenazaron con hacerlos arder; y echaron de algunos hoteles a los agentes porque eran “de los otros”. Y los hijos de los agentes eran insultados y señalados en sus colegios; y algunos maestros los avergonzaban delante de sus compañeros y les decían que si no les daba vergüenza “lo que ha hecho tu padre”. Y los niños de los agentes se llenaron de terror y no querían volver a ir al colegio. Y las autoridades de esa tierra convocaron y animaron a una huelga general; intimidaban a los que querían trabajar, montaron barricadas, cortaron carreteras con neumáticos que ardían y obligaban a cerrar comercios y otros centros de trabajo.

   Y el Jefe del Estado salió esa noche en televisión para defender el orden democrático de todos, la Constitución de todos, el Estado de Derecho al que pertenecen y la unidad de su territorio como un valor que salvaguardar; y recordó a las autoridades de ese territorio rebelado que se habían apropiado de las instituciones democráticas en favor de sus propios intereses y contra la mitad de la población de su territorio; y les recordó también que en ese Estado se pueden defender todas las ideas, con la única condición de que se respete la ley, porque es la ley que ampara los derechos de todos porque la habían aprobado entre todos.

   Y como no tenían el apoyo internacional que habían buscado, quisieron pedir la intervención del Papa para mediar en el conflicto. Pero el Papa les recordó que no reconoce como legítima su aspiración porque pertenecen a un Estado democrático que salvaguarda los derechos de todos y que no se trata de una descolonización. Y, con el paso de los días, la prensa puso al descubierto las mentiras con que habían construido su relato de los acontecimientos; salió a la luz el fraude de la votación no reconocida por la ley que habían celebrado aquel día; y esas autoridades terminaron de perder toda la credibilidad que pretendían obtener en esas jornadas. Pero esas autoridades, en vez de rectificar, jugaron a que adivinemos qué día iban a proclamar una declaración unilateral de independencia. Y las empresas de ese territorio comenzaron a marcharse y a afincarse en otros lugares buscando una seguridad jurídica y fiscal que ya no tenían. Y los bancos abandonaron las que habían sido hasta entonces sus sedes; y sus ciudadanos empezaron a salir a las provincias limítrofes buscando una seguridad para su dinero y sus ahorros. Y las bolsas de todo el país bajaron y las empresas perdieron miles de millones; y se encareció la deuda de todo el país porque subió la prima de riesgo. Y se comenzó a ver la realidad de la entelequia que, durante años, habían montado y habían querido hacer creer, un derecho que no es tal, una aspiración que nadie reconoce, un invento de conveniencia.


   Y la gente que llevaba años oprimida y tenía que soportar el adoctrinamiento hacia el odio de sus paisanos, perdió el miedo; y tomó las calles; y empezó a hablar por todo lo que habían callado; a hablar, a gritar, a cantar: “No somos fachas, somos españoles”. Y hubo concentraciones multitudinarias en todo el país, apoyando a la parte mayoritaria de esa tierra a la que habían intimidado, silenciado e ignorado. Y españoles celebraron concentraciones en Londres, en París, en Bruselas. Y los que acostumbraban a arrogarse la representación de todos los de esa tierra, comenzaron a ver que la realidad era otra; que, en verdad, no la representaban tanto como decían. Ahora hay una tensa calma a la espera de acontecimientos, pero en esta semana, algo ha cambiado en España y en Cataluña. Ahora ya no parecen las de antes.

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