domingo, 31 de octubre de 2010

PENSAR DOS VECES ANTES DE HABLAR DE INMIGRACIÓN


Todo ser humano poseela misma dingidad,
pues Dios lo ha elegido para la vida como imagen suya,
 y Jesucristo se encarnó y murió por él
En España los periódicos digitales lanzan encuestas acerca de si el personal vería con buenos ojos hacer redadas de inmigrantes ilegales por parte de la policía y proceder a realizar repatriaciones masivas. El debate está ahí y el Presidente francés ha actuado contra los gitanos sin preguntar a nadie. Deportaciones masivas y justificaciones que una gran mayoría aprueba sin pensar dos veces. Mientras, el Papa está apelando ya repetidamente en las últimas semanas al respeto de los derechos de los inmigrantes.

Es verdad que con la crisis y el aumento del paro, está creciendo un sentimiento anti-extranjeros que sólo está naciendo, pero que puede ir a más. Y eso es peigroso; muy peligroso, además de injusto. Está muy cerca de los planteamientos del nazismo alemán de los años 40 del pasado siglo. Ahora mismo hay 300.000 inmigrantes españoles en la UE. Entre ellos se encuentran un primo mío y su familia que, enviado por su empresa, vive y trabaja en Alemania. ¿Qué tal si les dicen por la calle que son unos "extranjeros de mierda", que el paro de su país es por su culpa y "que se vuelvan con su puta madre a su puta casa"?

Pues eso está sucediendo hoy en día, espontáneamente, en las calles de nuestras ciudades. Ya digo, preocupante y peligroso. Es necesario tomar algo de perspectiva y empezar a pensar más en la globalización de la población mundial, en los derechos humanos -de todos los humanos- y menos en las fronteras, en los egoísmos y las hipocresías. Porque, muy probablemente, los que increpan así a los extranjeros tienen un padre, un abuelo o al menos un tío lejano que emigró a Francia o a América huyendo de la miseria, y con eso pudo sacar a su familia adelante. Y como él, muchos otros. Qué pasa, ¿que abro la mano cuando me van a ayudar, pero la cierro cuando me toca ayudar a mí? ¡Ja! No se puede exigir lo que no se está dispuesto a dar. Además, quienes así piensan, suelen aplaudir con sus manos a CR7 (portugués) o a Messi (argentino), mientras con su voz ofenden a los extranjeros de a pie, a los que sobreviven en un mercado de trabajo que nada les favorece y en un ambiente que cada día se les está haciendo más hostil. Incluso, muchos de ellos llevan 8, 10, 12 años aquí, buena parte se han nacionalizado españoles -con lo cual son españoles de pleno derecho aunque tengan rasgos raciales distintos- y han contribuido con sus impuestos y sus cotizaciones a la Seguridad Social -así como los siguen pagando al comprar una simple lechuga o al subirse al autobús- a que la caída en nuestro país no haya sido mayor aún.

¿Papeles para todos? No digo eso. Eso no es posible, pero no lo es porque el mercado de trabajo no lo permite. ¿Abrir las fronteras libremente para que entre el que quiera? Tampoco es posible, por desgracia, porque la riqueza nacional tampoco lo permite. Pero de ahí a descalificar a cualquier inmigrante que ya está aquí, a increparlos por la calle, o a manifestarse abiertamente en contra de todo el colectivo extranjero porque "nos quitan el trabajo", va un abismo además de que es -repito- injusto e irracional.  

Quizás nos toque compensar lo que hemos recibido. ¿O no se han restaurado monumentos, casas de cultura, ayuntamientos, calles, ciudades enteras con los famosos programas "leader" de la UE? ¿Y no se ha promocionado nuestro turismo con el dinero de Europa? ¿O no se subvenciona la agricultura con la PAC desde hace años? ¿O no se han arreglado carreteras y construido autopistas con los dineros del fondo de compensación de la Unión Europea? Seguro que muchos señores y señoras que piensan y hablan así, cercanos a mi edad, bebieron la leche en polvo de los americanos en los colegios públicos. ¿Y ahora venimos con éstas? Vamos, por Dios. Respeta si quieres que te respeten y ponte en el lugar del otro; sólo así podrás comprenderlo. Si no te pones a pensar desde su "yo", saliendo del tuyo, es imposible comprenderlo. Ahí es donde empiezan el respeto y la solidaridad.

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