A un mes vista
de las próximas elecciones regionales en Cataluña (las terceras en cinco años), la actualidad nacional pasa
por el registro que la policía ha llevado a cabo en la sede de CDC, partido al
que pertenece Arturo Mas, presidente del Gobierno de esa comunidad. El señor Mas
es el Delfín y sucesor del señor Jordi Pujol, que fue presidente de Cataluña por
más de dos décadas. Su familia está siendo investigada porque los indicios
apuntan a que, presuntamente, durante todo o parte del tiempo de su mandato,
habría cargado el 3% de comisión a todos los contratos de obra pública,
condición sine qua non para que fueran adjudicadas. El señor Pujol habría
amasado una fortuna en paraísos fiscales de la que no ha sido capaz de explicar
de un modo convincente su procedencia y su partido podría haberse financiado de manera ilegal con parte de las "mordidas". El Gobierno catalán pretende dar a las
elecciones que se avecinan un carácter plebiscitario, entendiendo que si gana
por la mitad más uno la candidatura por la independencia, el Parlamento
resultante proclamaría la secesión del Estado español e incoaría un proceso
constituyente del nuevo "Estado de la República de Cataluña". Puesto que esa
competencia no se la otorga la Constitución vigente, la declaración sería nula
de pleno derecho. No tendría ningún efecto oficial y el Estado podría usar los
recursos que la Constitución le proporciona para hacer valer la ley en vigencia,
como podría ser la suspensión de la autonomía en Cataluña y la paralización de
todas sus instituciones. Aun en el caso de que quisieran seguir adelante por su cuenta, la UE
ya ha advertido que quedaría fuera de su seno y que debería presentar la
solicitud de un tratado de adhesión; tratado que no prosperaría con el voto en
contra de uno solo de los países que la integran (¿España, por ejemplo?).
El esperpento avanza desde que Mas comenzara esta batalla por su cuenta. En el camino se le han sumado los republicanos catalanes, que con muy exigua representación, ya proponían lo mismo decenas de años atrás. Sin embargo, ha perdido a su socio semptierno, UDC, con el que siempre ha concurrido a comicios anteriores en Cataluña y en las Generales. Los propios dirigentes de UDC tildan de despropósito el plan soberanista de Mas. Los empresarios avisan de que un Estado catalán independiente no es viable y que se marcharán de esa tierra si continúan adelante. Directivos y jugadores del todopoderoso Barça dicen apoyar la independencia pero matizan que siguiendo en la Liga española de fútbol, y se presentan a disputar la Supercopa de España después de aprobar los pitos al Himno Español y al Rey -símbolos sagrados de la unidad del Estado- en la pasada final de la Copa de España por su hinchada y la del equipo rival (vasco, a la sazón).
Algo de lo que no se habla mucho es de la división que la idea independentista está generando. Ha puesto mal en las familias, ha destrozado hogares, grupos de amigos, asociaciones... ha enfrentado a unos contra otros. Cuando, realmente, ese problema no existía en Cataluña, ha pasado al primer plano de los sentimientos desde la educación en las escuelas y desde la propaganda pura y dura que produce demagogia con todas sus letras. Desde los gobiernos del señor Pujol hasta ahora, se ha generado odio contra el resto de España. La famosa máxima "España nos roba" ha llevado a Cataluña a sentirse víctima de un expolio continuado por parte de las comunidades menos favorecidas, lo que le ha valido concesiones que, cuando menos, ponen en cuestión el principio de solidaridad entre las comunidades autonómicas (regiones en otros países) de España. El victimismo ha ido al alza al hacer creer a los niños desde treinta años atrás que el Estado español los oprime y no les deja gobernarse a sí mismos ni prosperar adecuadamente. Han falseado la historia, han hecho una a su medida de víctimas; han hecho creer que su bandera cuatribarrada es catalana, cuando es aragonesa; han enseñado que hubo una Corona catalano-aragonesa cuando la verdad es que pertenecieron a la Corona de Aragón; llaman reyes catalanes a los reyes aragoneses que están enterrados en el Monasterio de Poblet; hablan de países catalanes cuando se refieren a los diversos reinos de la Corona de Aragón, siendo que Cataluña jamás fue un reino sino una confederación de condados antes de incorporarse a la Corona aragonesa; dicen que son catalanes don Miguel de Cervantes, Santa Teresa de Ávila y hasta la paella valenciana; y así un largo etcétera de despropósitos y falsedades. Cuando alguien no asume su propia historia y tiene que inventar otra distinta para sentirse a gusto, lo más probable es que esté manifestando un complejo de inferioridad, ¿no? El complejo te lleva a inventar lo que no eres porque no aceptas ser quien eres. Esa máxima es bastante clara en psicología, ¿no es así?
El esperpento prosigue porque mantienen la actualidad en los informativos de cada día con nuevas ocurrencias, con nuevos pasos hacia crear la infraestructura necesaria para un Estado propio. Hace solo unos días, el señor Consejero de Justicia de Cataluña decía que darían la nacionalidad catalana a la zona oriental de Aragón, a la Comunidad Valenciana y a las Islas Baleares, o sea, a quienes pertenecieron a la antigua Corona de Aragón. ¿çQuién se ha creído ese señor que es? ¿Ya les ha preguntado a esos ciudadanos si quieren tener nacionalidad catalana? Al hilo de eso, venden bizcochos y pastelería con unos mapas en los que colorean todos esos territorios y los llama "los países catalanes"; pero si nunca han sido un país... y menos en territorio de otros. Pueden consolarse con cantos y músicas de sirenas autodenominándose nación, país, Estado; lo que quieran, pero la realidad que sube al marcador es que Cataluña es una de las diecisite Comunidades Autónomas que integran el Estado Español, miembro de la Unión Europea, y que consta de cuatro provincias: Barcelona, Tarragona, Lérida y Gerona. Y punto. Y en el caso de que ellos se fueran, el escudo de España seguiría manteniendo las cuatro barras de gules sofre fondo de oro porque no representan a Cataluña sino a la Corona de Aragón; o sea, a Cataluña tanto como a Aragón, Valencia y Baleares; ese cuartel es común a las cuatro Comunidades.
Hay una pregunta que la gente empieza a hacerse ya a estas alturas: ¿Por qué tanto esfuerzo, tanta insistencia, tantas convocatorias electorales para intentar independizar Cataluña de España? ¿Qué causa, qué motivo tan poderoso hay para enfrentar a toda la sociedad catalana unos contra otros? ¿Por qué es el señor Arturo Mas y no otro el que está llevando a Cataluña a esta situación? Volvamos ahora al comienzo de este texto y recordemos la presunta corrupción del señor Jordi Pujol, de sus Gobiernos (de los que llegó a formar parte el señor Mas), de su partido CDC... Todos ellos están siendo investigados por la Justicia. ¿No podría ser la intención de tanto despropósito enlazado una huida hacia delante, un querer escapar de la Justicia española por los casos de corrupción en las instituciones catalanas? Hay muchos que piensan que este es el quid de la cuestión.
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