"Bendita y alabada sea la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza. Por siempre sea bendita y alabada". Así reza la jaculatoria que los devotos dedicamos cada día a Santa María del Pilar. Su bendita presencia en nuestra tierra nos recuerda siempre que el Evangelio llegó a nuestra ciudad en los primeros años del cristianismo y que su Hijo Jesucristo ocupa el lugar central de las vidas de muchos zaragozanos y aragoneses. La Virgen del Pilar acoge también en su manto a tantos emigrantes de Latinoamérica, que la conocen y la aman como Patrona de la Hispanidad, pudiendo ver las banderas de sus países tanto en el interior de la Basílica como en el exterior del templo junto a la Fuente de la Hispanidad. María del Pilar se convierte, así, en la Madre de todos los que buscan su amparao, en el cobijo amable y caluroso de quienes se sienten necesitados, bien por la lejanía de sus tierras y de su gente, bien por las aflicciones de esta vida y las terribles consecuencias de la crisis económica y de valores que acucian a esta sociedad nuestra. Pero hay también muchas tragedias personales y familiares que venimos a contar a la Virgen, a desahogarnos con ella, a decirle aquello que no le decimos a nadie. Y María acoge y comprende. Escucha y consuela. Como una madre, como cualquier madre.
Estos días se celebra ya la Novena preparatoria a su fiesta del 12 de octubre. Zaragoza se va preparando para celebrar diez días festivos en torno a nuestra Madre del Pilar. La capital aragonesa cierra los ciclos festivos que en otros lugares han tenido ya lugar durante el verano. Eso nos da una idea de cómo van a ser, pues tenemos las referencias de la respuesta que han tenido en otros lugares en los que sus fiestas patronales se han celebrado con anterioridad. Y este año en especial, la gente está animada; tiene ganas de fiesta. Quiere evadirse -diría yo- por unos días, de tantos problemas, de la situación tan dramática que viven durante el año. No se gastará mucho dinero porque no lo hay. El programa oficial, el de Interpeñas y algún otro buscan actuaciones musicales que requieren el pago de cifras importantes por las entradas. Esas cifras se multiplican cuando se trata de familias de varios miembros. Por tanto, la gente va a buscar lo gratuíto, la calle, aquello que puede ver sin hacer grandes desembolsos. Artistas de calle, actuaciones musciales al aire libre, conciertos de jota o de bandas de música y, cómo no, los actos religiosos como las misas del día 12 y el Rosario de Cristal del día 13. La previsión es, por tanto, que la calle se llene y que rebose de público y de ambiente festivo con el menor dinero posible disponible en la cartera.
El otoño suele traernos un tiempo inestable, a veces frío y lluvioso. El Cierzo suele dejar patente su intención de no perderse las fiestas. Pero el calor va en el corazón; en el cachirulo que rodea el cuello, en los ocho millones de flores que tejen el manto de la Virgen en la Plaza del Pilar, en el medio millón de personas que participan en la Ofrenda del día 12, en las canastillas recogidas en la ofrenda de frutos que servirán para que haya un respiro en los comedores sociales, en las cuatrocientas mil personas que presencian o desfilan o admiran la singular procesión del Rosario de Cristal. La figura de la madre se hace más gramde y más necesaria en los tiempos adversos. En la enfermedad, en el dolor, en el sufrimiento, buscamos mejor la ayuda y la protección materna. Por eso, los zaragozanos valoramos siempre la presencia de la Madre del Pilar, pero sentimos que este año la necesitamos más. Queremos bulla y fiesta, queremos salir a la calle y distraer nuestra atención de nuestras diarias preocupaciones, pero sentimos una necesidad mayor de acudir a la Madre, de pedirle ayuda, de sentirnos protegidos en el cobijo de su manto, en la firmeza de su Pilar. Cuántas cosas vienen a nuestro pensamiento; cuántas emociones reprimidas; cuántas preocupaciones silenciadas... Como llevadas por dentro, en silencio y con amor. Ella nos hace ser valientes porque ella nos da la esperanza. No solo es consuelo de los afligidos, sino que es la que esperó, la que supo esperar, la que nos ayuda a ver una salida aunque sea al final de un largo túnel.
Acudid, acudid al Pilar a ver a la Virgen; hablad con ella, desahogad ante ella vuestro corazón, derramad vuestras lágrimas en su presencia y... miradla, ahí firme en su sagrada columna, como quien espera, como quien acompaña, como quien comprende y ayuda. Auxilio de los cristianos, reina de los ángeles, los patriarcas y los profetas; reina de todos los santos. Puerta del cielo, estrella de la mañana, salud de los enfermos, refugio de los pecadores, de nadie se avergüenza, a nadoe cierra su casa. Ella es la Madre de Jesús, la que intercede por nosotros ante él, la que "ruega por nosotros", la que dice "no tienen vino".
Celebrad su fiesta y cantad a nuestra Madre. Descansad en ella vuestras penas. Coged fuerza de ella para ganar esta batalla. Cantad, cantad himnos de honor y de alabanza. Cantad, cantad a la Virgen del Pilar.
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