La píldora postcoital, también llamada Píldora del Día Después (PDD) sólo asegura su eficacia durante las 72 horas posteriores a las relaciones sexuales. Hace falta conocer el mecanismo con el que funciona para darse cuenta de esa lógica y de otras que conlleva su uso. La PDP es antiimplantatoria. Es decir, la fecundación se produce al final de las trompas de falopio; una vez ocurrida la fecundación, el embrión tardará unos tres o cuatro días en recorrer el resto de la trompa hasta llegar al útero. En el mismo momento de la fecundación, el organismo de la mujer envía mensajes a que su útero vaya preparándose para favorecer la implantación del embrión. Mientras, el embrión va duplicando y duplicando, una y otra vez, su número de células. Una vez en el útero materno, el embrión buscará un lugar donde acomodarse y donde evolucionar durante el embarazo. Pues bien, la PDP lo que hace es crear un clima desfavorable en el útero materno para que ese embrión no sea viable y sea expulsado al exterior por la vagina. Es decir, impide su implantación, por eso decimos que es una fórmula antiimplantatoria. Si cuando se toma, el embrión ya se ha implantado en el útero, resulta ineficaz.
¿Cuándo un método contraceptivo es considerado genéricamente como “anticonceptivo”? Pues la propia palabra lo dice: cuando lo que impide es la concepción; es decir, la fecundación. No es el caso de la PDP, pues ésta actúa sobre el embrión ya fecundado, ya en proceso de división y multiplicación celular, cuando ya está programado para formar el feto y la placenta. Es decir, impide su desarrollo simplemente porque lo expulsa. Los sistemas anticonceptivos suelen ser de barrera (cuando obstruyen el acceso a las trompas para evitar que se abra paso un espermatozoide, por ejemplo; o el conocido condón, cuya misión es evitar que el esperma sea depositado en la vagina) o anovulatorios (que impiden la ovulación en la mujer y por tanto no hay nada que fecundar). En efecto, estos sistemas, aunque no son seguros al cien por cien ninguno de ellos, están pensados para evitar la fecundación. La PDP crea un clima irrespirable en el útero materno para que el blastocito no pueda anidar y sea expulsado. Se trata, por tanto, de un sistema abortivo y nunca anticonceptivo.
¿En todos los casos en los que se emplea la PDP se produce un aborto? Hombre, sería tanto como decir que en cada relación sexual se ha producido la fecundación. Si no ha habido fecundación, la PDP no tiene ningún efecto en este sentido, pero si la ha habido, su misión es expulsar el embrión. Según lo cual, podemos afirmar que no en todos los casos en que se administra la PDP se produce un aborto, pero que la PDP es potencialmente abortiva, pues siempre que ha habido fecundación puede producir un aborto. Y esto lo aseguran y corroboran todos los profesionales sanitarios y cualquier persona que, mediante la bioética u otras disciplinas, haya estudiado el tema.
¿Cuándo un método contraceptivo es considerado genéricamente como “anticonceptivo”? Pues la propia palabra lo dice: cuando lo que impide es la concepción; es decir, la fecundación. No es el caso de la PDP, pues ésta actúa sobre el embrión ya fecundado, ya en proceso de división y multiplicación celular, cuando ya está programado para formar el feto y la placenta. Es decir, impide su desarrollo simplemente porque lo expulsa. Los sistemas anticonceptivos suelen ser de barrera (cuando obstruyen el acceso a las trompas para evitar que se abra paso un espermatozoide, por ejemplo; o el conocido condón, cuya misión es evitar que el esperma sea depositado en la vagina) o anovulatorios (que impiden la ovulación en la mujer y por tanto no hay nada que fecundar). En efecto, estos sistemas, aunque no son seguros al cien por cien ninguno de ellos, están pensados para evitar la fecundación. La PDP crea un clima irrespirable en el útero materno para que el blastocito no pueda anidar y sea expulsado. Se trata, por tanto, de un sistema abortivo y nunca anticonceptivo.
¿En todos los casos en los que se emplea la PDP se produce un aborto? Hombre, sería tanto como decir que en cada relación sexual se ha producido la fecundación. Si no ha habido fecundación, la PDP no tiene ningún efecto en este sentido, pero si la ha habido, su misión es expulsar el embrión. Según lo cual, podemos afirmar que no en todos los casos en que se administra la PDP se produce un aborto, pero que la PDP es potencialmente abortiva, pues siempre que ha habido fecundación puede producir un aborto. Y esto lo aseguran y corroboran todos los profesionales sanitarios y cualquier persona que, mediante la bioética u otras disciplinas, haya estudiado el tema.
Cuando la ministra de Sanidad afirma ante los medios de comunicación, en rueda de prensa oficial, que la PDP es anticonceptiva y no abortiva, está mintiendo a sabiendas. O nos trata a todos como a tontos o espera manipular el máximo de conciencias, que, según su explicación, ya pueden estar tranquilas si hacen uso de la PDP. Estamos ante un caso más en los que el Gobierno de Zapatero abre paso a sus despropósitos basándose en la mentira y el engaño. Y todo para justificar que se pueda dispensar en farmacias, sin receta, incluso a menores. Algunos consejeros de comunidades autónomas ya han pedido también que sea gratuita. Nos encontramos en algunas acciones de gobierno que van a hacer un profundo daño a la sociedad (como también la ley de plazos para el aborto). El tiempo juzgará y pondrá a cada uno en su lugar, pero lo malo es que, mientras tanto, el daño que se ha hecho ya no tendrá ningún remedio. Estas cosas nos restan credibilidad como Estado de Derecho y ponen en duda la justicia de las acciones de quienes nos gobiernan. Y todo, en nombre del progreso. ¿Sabrán ellos qué es progreso? El auténtico progreso se abre paso con la verdad; si emplea el engaño, se convierte en otra cosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario