Quien no viva en España, posiblemente no se habrá enterado, pero aquí hay cierta polémica acerca de una campaña publicitaria que dura quince días y que consiste en que varios autobuses de Barcelona pasean por la ciudad unos carteles en los que se lee algo así como: “POSIBLEMENTE, DIOS NO EXISTA. RELÁJATE Y GOZA DE LA VIDA”. La campaña la ha contratado una asociación de ateos de Cataluña, que han abierto una suscripción popular y que parece ser llevan recaudados unos siete mil euros hasta el momento. Esta misma campaña han tratado de llevarla a otras ciudades españolas, pero en Zaragoza, por ejemplo, la empresa de los autobuses urbanos se ha negado a tal posibilidad porque en sus estatutos se prohibe que sus vehículos luzcan publicidad religiosa o política.
Primeramente, decir que no me parece tan extraño ni reprobable que alguien quiera difundir sus ideas y que si para hacerlo tiene que pagar, pues que pague. Es una norma plural en una sociedad plural y democrática. Lo mismo que los cristianos podemos hacer campañas publicitarias u ocupar la calle con procesiones, romerías y otras manifestaciones religiosas, los que piensan diferente –digo yo- están en el mismo derecho. Sólo empieza a oler a chamusquina cuando en el momento político presente se habla tanto de la laicidad, del laicismo y cuando el Gobierno ha anunciado que prepara una reforma de la Ley de Libertad Religiosa (para echarse a temblar porque si la quiere reformar será para restringirla, evidentemente). Y con ese ambiente que se nos ha ido creando de que lo religioso pertenece exclusivamente al ámbito de lo privado y se pretende sacar al cristianismo de la escena pública, pues hombre, a lo mejor la cosa viene más dirigida de lo que aparenta ser. Y no acuso, sólo apunto a la teoría de la posibilidad. Si no, ¿por qué resulta que ahora se asocian los ateos?
El eslogan no deja de ser chocante, sobre todo por dos cosas: por su falta de contundencia y por la visión que da de la vida según las creencias religiosas. Digo que no es contundente ni agresivo, pues dice que “posiblemente, Dios no existe”. No lo afirma, sólo afirma la posibilidad de que no exista. Incluso me atrevo a decir que deja abierta, igualmente, la posibilidad de su existencia. Si se quiere decir que Dios no existe, pues se dice; pero no se llega a decir. Curioso cuando menos. La segunda cuestión me parece un poco más dolorosa, pero se desmiente por la propia experiencia de los ateos. Por lo visto, para quienes han lanzado esta campaña, las creencias religiosas le amargan a uno la vida, o, por lo menos, le impiden gozar de ella. Los evangélicos, que han entrado de lleno al trapo y han organizado una contracampaña, han puesto en sus autobuses “DISFRUTA DE LA VIDA EN CRISTO”. Claro, se trata de otra forma de disfrutar de la vida, pero el creyente no se siente amargado por su fe, más bien, encuentra en su fe las respuestas a las que el ateo no puede jamás responder. Ante la muerte de un ser querido, de un ser cercano, ante un accidente que ha segado la vida de un joven, ante enfermedad repentina e incurable que uno mismo se entera que está padeciendo, cuántos ateos o agnósticos nos han dicho a los creyentes que envidian nuestra fe en esos momentos. Para ellos son acontecimientos muy dolorosos que carecen de sentido y de una respuesta positiva; para un creyente es un acontecimiento igualmente doloroso y desgarrador, pero con un sentido, con un significado que sólo la fe en Dios puede darle. ¿Quién se relaja entonces y disfruta de la vida?
Resumiendo, no me escandalizo por la campaña, pero me parece que tiene bastante de farsa. Mientras ellos recogen dinero para empapelar autobuses, los cristianos lo damos para compartirlo con los pobres y para ayudar a los necesitados. Para eso nos asociamos, entre otras cosas. Y estoy encantado con que la empresa TUZSA no pueda lucirlos en sus laterales.
Primeramente, decir que no me parece tan extraño ni reprobable que alguien quiera difundir sus ideas y que si para hacerlo tiene que pagar, pues que pague. Es una norma plural en una sociedad plural y democrática. Lo mismo que los cristianos podemos hacer campañas publicitarias u ocupar la calle con procesiones, romerías y otras manifestaciones religiosas, los que piensan diferente –digo yo- están en el mismo derecho. Sólo empieza a oler a chamusquina cuando en el momento político presente se habla tanto de la laicidad, del laicismo y cuando el Gobierno ha anunciado que prepara una reforma de la Ley de Libertad Religiosa (para echarse a temblar porque si la quiere reformar será para restringirla, evidentemente). Y con ese ambiente que se nos ha ido creando de que lo religioso pertenece exclusivamente al ámbito de lo privado y se pretende sacar al cristianismo de la escena pública, pues hombre, a lo mejor la cosa viene más dirigida de lo que aparenta ser. Y no acuso, sólo apunto a la teoría de la posibilidad. Si no, ¿por qué resulta que ahora se asocian los ateos?
El eslogan no deja de ser chocante, sobre todo por dos cosas: por su falta de contundencia y por la visión que da de la vida según las creencias religiosas. Digo que no es contundente ni agresivo, pues dice que “posiblemente, Dios no existe”. No lo afirma, sólo afirma la posibilidad de que no exista. Incluso me atrevo a decir que deja abierta, igualmente, la posibilidad de su existencia. Si se quiere decir que Dios no existe, pues se dice; pero no se llega a decir. Curioso cuando menos. La segunda cuestión me parece un poco más dolorosa, pero se desmiente por la propia experiencia de los ateos. Por lo visto, para quienes han lanzado esta campaña, las creencias religiosas le amargan a uno la vida, o, por lo menos, le impiden gozar de ella. Los evangélicos, que han entrado de lleno al trapo y han organizado una contracampaña, han puesto en sus autobuses “DISFRUTA DE LA VIDA EN CRISTO”. Claro, se trata de otra forma de disfrutar de la vida, pero el creyente no se siente amargado por su fe, más bien, encuentra en su fe las respuestas a las que el ateo no puede jamás responder. Ante la muerte de un ser querido, de un ser cercano, ante un accidente que ha segado la vida de un joven, ante enfermedad repentina e incurable que uno mismo se entera que está padeciendo, cuántos ateos o agnósticos nos han dicho a los creyentes que envidian nuestra fe en esos momentos. Para ellos son acontecimientos muy dolorosos que carecen de sentido y de una respuesta positiva; para un creyente es un acontecimiento igualmente doloroso y desgarrador, pero con un sentido, con un significado que sólo la fe en Dios puede darle. ¿Quién se relaja entonces y disfruta de la vida?
Resumiendo, no me escandalizo por la campaña, pero me parece que tiene bastante de farsa. Mientras ellos recogen dinero para empapelar autobuses, los cristianos lo damos para compartirlo con los pobres y para ayudar a los necesitados. Para eso nos asociamos, entre otras cosas. Y estoy encantado con que la empresa TUZSA no pueda lucirlos en sus laterales.
Hola, quiero decir que me parece muy bien que Tuzsa no haya caido en ese juego.
ResponderEliminarPienso que esos son el grupo de personas que intentan manipular a la sociedad y la única forma que tienen para llamar la atención es esa.
En fin, que pena....¿No?