Excelentísimo señor:
Es de obligado cumplimiento comenzar esta carta dirigiéndole a usted la más sincera felicitación por su victoria electoral tras su largo camino hacia la Presidencia de su país. Usted sabe bien qué significado tiene que un ser humano de raza negra ocupe por vez primera la Casa Blanca. Años de luchas, de discursos, de palabras huecas, de desprecios y asesinatos parece ahora, por vez primera, que no han sido en vano. Y usted es el primero en disfrutarlo. Piense en el tributo que debe a los que antes han caído hasta llegar a este momento. En segundo lugar, usted sabe, señor Presidente, que el cargo de la Presidencia de su país extiende su influencia en todas las áreas de prácticamente todo el mundo. La llegada de su persona a tan alta responsabilidad ha generado una ola de esperanza en el mundo. La era de su antecesor estaba ya reclamando ideas nuevas, un trato humanitario nuevo, unos planteamientos nuevos de relacionarse América con el resto del mundo. Ha llegado en el momento oportuno, pero ha llegado con usted. Esa ventana de esperanza no se habría abierto en el mundo de haber ganado el candidato opositor. Sería bueno que usted fuera consciente de esto. Porque es de usted, del Presidente Obama en persona, de quien se espera ese nuevo estilo. Y qué largo se va a hacer hasta el 20 de enero, que aún está tan lejos en el calendario. Porque hay muchos asuntos que corren prisa, que se hacen urgentes, que no pueden esperar. Seguro que usted conoce muchos más, pero yo, mirando desde España y pensando desde España, me fijaría en unos cuantos.
Guantánamo. Cierre ya Guantánamo y respete el Derecho Internacional. Cuba. Fidel ya no gobierna, acometa una nueva relación con la isla de reconocimiento mutuo, de compromiso con la democracia por parte de sus autoridades, pero que ayude a paliar la miseria de la que, los Estados Unidos, por su posición, tienen también su parte de responsabilidad. Ambas son cuestiones de Derechos Humanos fundamentales.
Oriente Medio. Estrepitoso fracaso el del sr. Bush, que quería dejarlo “resuelto” a su manera para presentarlo como su logro estrella en la campaña electoral. Y ¿sabe por qué no lo ha conseguido? Porque no ha tratado a ambas partes por igual. No se puede hacer doblar la rodilla del hermano pobre ante el hermano rico. Hay que considerarlos iguales y exigirles a ambos los mismos derechos y los mismos deberes. Cese del terrorismo, por supuesto, pero creación de un estado Palestino libre e independiente ya, sin muros ni pasos vigilados que humillan cada hora al todo el pueblo palestino. Quizá ese día cese el terrorismo en la zona.
Lo mismo pasa con el terrorismo internacional. Que USA abandone su tradicional prepotencia para con terceros países, abogue por el verdadero respeto a las diferentes culturas, hable con sus representantes de igual a igual y deje de sentirse el policía del mundo. No es verdad que combatiendo en Irak y en Afganistán se está asegurando la libertad en su país y en la zona de Europa. Retirada de Afganistán y de Irak cuanto antes sea posible. El mundo tiene sus organismos internacionales para controlar la actuación abusiva de países y para asegurar, en medio de lo posible, el entendimiento y la paz. Pero volvemos a lo de antes: tiene que ser entre iguales. Que EE. UU. y los otros países que lo poseen abandonen su derecho al veto en Naciones Unidas para que todos los países de la tierra cuenten, en verdad, lo mismo y no haya agravios comparativos. Que todos los países de la ONU tengan la misma capacidad para formar parte, de forma rotatoria, de su Consejo de Seguridad. La fórmula actual consagra los países de primera, de segunda y de tercera categoría. Usted puede promover esa reforma y, de paso, es posible que empiece a sentar las bases para acabar con el terrorismo internacional tan temido por todos y que tanto ha castigado a EE. UU, España y el Reino Unido, por ejemplo.
Hay una guerra en la que usted debería implicarse, e, incluso, abanderar. Es la guerra contra el hambre. Que un hombre negro, de ascendientes africanos, ocupe la Casa Blanca, debería ser la garantía de acabar con el hambre, según el objetivo prefijado para el 2015. Aunque sería igualmente posible acabar con él en el 2009, así que no veo por qué esperar seis años más. África está siendo esquilmada, sobreexplotada, arrasada y su gente abandonada por las multinacionales de siempre y por las economías llamadas emergentes (China e India, principalmente). Así es que los pasos previos para acabar con el hambre en África dentro de seis años no parece que apunten por ahí. Usted puede hacer mucho y debe hacerlo por la dignidad de los seres humanos en África.
Seguro que habría mucho más de que hablar, pero estas cuestiones me parecen todas apremiantes. Algunas llevarán más tiempo que otras a la hora de trabajar por conseguirlas. Peo creo que estaría bien un gesto de buena voluntad, un golpe de efecto en los primeros días tras su toma de posesión. Me atrevería a proponerle lo que tiene más cerca y menos complicado: Guantánamo y Cuba. En la primera semana de su mandato, este cambio de timón confirmaría la puerta abierta a la esperanza en tantos países y personas del mundo que ha despertado su elección. Ojalá que no haya que decir un día que fue un Presidente más. Ah, y para terminar, algo que le vendrá bien: no escatime medios a favor de su seguridad personal.
Atentamente.
Juan Segura Ferrer
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