martes, 25 de marzo de 2014

ESPAÑA DESPIDE AL PADRE DE SU DEMOCRACIA

El expresidente del Gobierno Adolfo Suárez fallecía en Madrid la tarde del domingo 23 de marzo tras once años padeceiendo la enfermedad de Alzheimer.. Tres días de luto oficial para despedir al artífice del sistema democrático español. A la muerte de Franco, en 1975, Suárez ocupaba una de las carteras del Gobierno de Carlos Arias Navarro, quien había endurecido la represión en los últimos años del franquismo. Suárez era uno de los políticos renovadores que buscaban un aperturismo y deseaban una España en libertad. Al poco de la entronización de Juan Carlos I, Carlos Arias es destituido y el Rey se juega la Corona apostando por Suárez como Presiente del Gobierno. Ambos habían contactado ya con las fuerzas políticas en la clandestinidad y pactaron la manera de pasar de la dictadura a la democracia desde las leyes entonces vigentes. Suárez se lo jugó todo a la carta de la Ley de Reforma Política que consiguió un amplísimo respaldo en las Cortes aún franquistas. Suárez apostaba por unas elecciones libres y, en los "Acuerdos del Viernes Santo" legalizó el Partido Comunista, en contra de los deseos del Ejército y de lo que le pedían los dirigentes socialistas. Pero la democracia española no habría sido ni auténtica ni creíble si no estaban en ella todas las fuerzas políticas del signo que fueran. Adolfo Suárez tuvo una gran altitud de miras, lo que le ganó enemigos y traidores dentro y fuera de sus filas. Todos los partidos eran ya legales. En 1977 se celebran las primeras elecciones generales libres, a las que concurrió  con un partido fundado en ese momento, la Unión de Centro Democrático, resultando elegido el primer Presidente de la democracia. La transición se completó con los Pactos de la Moncloa, en los que, bajo la batuta del Presidente del Gobierno, todas las fuerzas políticas alcanzaron los consensos necesarios para diseñar la España de las autonomías y las libertades, con la mirada puesta en la superación de una crisis económica con dos millones de parados y una reforma fiscal en profundidad, y la redacción de la Constitución de 1978. 

La transición española fue causa de admiración para el mundo, pues sin ruptura ni fractura ni derramamiento de sangre, las propias Cortes franquistas legalizaron un cambio político que se abría a un nuevo sistema en libertad. Este fue el gran logro de Suárez, que, volvería a ganar las elecciones de 1979. La joven democracia española se veía entonces envuelta en el descontento del Ejército y los muertos que generaban los atentados terroristas, prácticamente a diario, tanto de las posiciones ultras de la izquierda como de la derecha, aunque la más activa era la proveniente del radicalismo vasco independentista. En lo social, las huelgas y manifestaciones copaban las calles también todos los días. Fueron tiempos convulsos lo que le tocó al presidente Suárez.

Acosado por el terrorismo, la amenaza de un golpe de estado por el Ejército y la presión desalmada de la oposición socialista, dimitía en 1981. Ahora, treinta años más tarde, España echa en falta políticos de la talla moral y humana de Adolfo Suárez, que nunca miró por su propio bien sino por el de sus conciudadanos. 

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