domingo, 18 de octubre de 2015

FIESTAS DEL PILAR: BÚSQUEDA DE UN MERECIDO RECONOCIMIENTO

 Zaragoza enfila la recta final de las fiestas de la Virgen del Pilar de 2015. Quisiera reivindicar dos de sus actos para que reciban un merecido reconocimiento por parte de nuestras autoridades; se trata de la Ofrenda de Flores y de la procesión del Rosario de Cristal. Ambos son una espectacular y pública demostración de amor a la Virgen, de folclore, de cultura y de arte colorista; nunca mejor dicho, colorista. En ambos casos la mezcla del colorido diurno y nocturno los convierte en algo único en el mundo y no provocan sino alegría y admiración.

   La manera en que la ciudad de Zaragoza honra en su solemnidad a la Virgen del Pilar es tal que no es suficiente con un solo día, el 12 de octubre; los actos en honor a la Patrona se prolongan hasta bien entrada la noche del día 13. En España se tiene un exiguo conocimiento de en qué consiste la Ofrenda de Flores por los minutos que se le dedican en los espacios de televisión y las fotografía que aparecen en los medios escritos. Sin embargo, dista mucho de recoger la magnitud que encierra ese acto. El doce de octubre, todavía de noche, comienzan a peregrinar hacia la Basílica del Pilar numerosos grupos de hasta doscientas personas que, recorriendo la distancia de un kilómetro y medio, dejan a los pies de la imagen de la Virgen ramos de flores, canastillas, arreglos llenos de creatividad y de imaginación que reproducen escenas, logotipos, letras, rótulos, y son colocados en una gran estructura piramidal en cuyo vértice, a más de quince metros de altura, se encuentra la réplica de la Virgen del Pilar, que muestra un enorme manto tejido con las flores ofrendadas. La sola contemplación del resultado merecería por sí sola un especial reconocimiento. Pero eso no es todo. La Ofrenda de Flores a la Virgen del Pilar es mucho más. "En ningún otro lugar del mundo construyen una montaña de flores para la Virgen" escribe asombrado un sacerdote barcelonés al regreso de vivir en persona los actos del doce de octubre en la Basílica zaragozana.

   Si el recorrido de los grupos en la Ofrenda de Flores comienza de noche, acaba también de noche. Durante el día entero han llenado el trayecto de manera ininterrumpida. Muchos particulares, familias, cuadrillas, amigos, no inscritos en la lista de grupos, se incorporan en diferentes puntos para dejar sus flores a los pies de la Virgen y construir ese manto gigantesco que permanece en la fachada sur de su Catedral-Basílica durante el resto de los días de las fiestas. Las cifras de participación baten récords año tras año. Las autoridades han hecho públicos los datos de 2015: Trescientas mil personas han participado directamente en la Ofrenda y otras doscientas mil han asistido como espectadores a lo largo de su recorrido durante las trece horas de su duración. Todos los participantes visten de manera especial. Mayormente, se trata de trajes regionales de las distintas comunidades de España, aunque, naturalmente, predominan los atuendos propios de los diferentes puntos de Aragón. Sin embargo, esto no agota la diversidad de indumentarias, puesto que muchos inmigrantes, visitantes y peregrinos acuden, en grupo, con sus propios trajes típicos. Muy numerosos son los procedentes de todos los países de Latinoamérica, haciendo gala del patronazgo que la Virgen del Pilar ejerce como Reina de la Hispanidad. De hecho, todos ellos pueden encontrar las banderas de sus países en el Santuario Mariano. La variedad, el colorido, la alegría de los trajes, unido a los ramos, buqués y trabajos florales convierten el desfile en un acto sin igual de trece horas de duración. Cuerpos de bomberos, Fuerzas de Seguridad, son admitidos con sus propios uniformes, pero ningún civil que vista su ropa normal de calle es admitido por los responsables de la organización. Y el espectáculo continúa, puesto que muchos de esos grupos llevan su propio folclore y lo van exhibiendo, ofreciendo durante el recorrido entero. Grupos de Jota, de Flamenco, de Gaitas, rondallas, tunas, Bandas de Música, Tambores africanos, un sin fin de músicas y de bailes interminable parte de la Plaza Aragón, baja el Paseo de la Independencia, la calle del Coso y la de Alfonso I hasta llegar a la Plaza del Pilar. Creyentes, no creyentes, practicantes, agnósticos, blancos, negros, chinos, japoneses, lantioamericanos conforman un desfile multicultural y multirracial sin par en ningún otro lugar del mundo; todos haciendo lo mismo: festejando el doce de octubre y ofrendando flores a Santa María del Pilar. Y, teniendo en cuenta que no es lo mismo contarlo que vivirlo, ¿acaso no merece este acto un reconocimiento nacional e internacional adecuado?

   Los actos de homenaje a la Virgen del Pilar ocupan también todo el trece de octubre. A mediodía tiene lugar la ofrenda de frutos por las casas regionales. Igualmente colorista y con banda sonora, este desfile es mucho más limitado. Sin embargo, si se cuentan por toneladas las flores que se ofrecen a la Virgen el día doce, son, igualmente, toneladas los frutos y alimentos que se depositan en el altar de Nuestra Señora y que después son repartidos a comedores sociales y a entidades que se dedican a la atención a los más desfavorecidos. Ese mismo día, al atardecer, se inicia la Procesión del Rosario de Cristal, que es el otro acto en el que quiero fijarme. Es algo indescriptible porque no tiene igual ni se puede comparar con otra cosa parecida ni similar. Es una gran procesión de vidrieras iluminadas, dedicadas a la Virgen, que recorre el centro histórico de la ciudad de Zaragoza y que pasa por delante de las puertas de la Basílica. Cada misterio del rosario está representado en una gran carroza de forma cúbica que representa la escena del misterio correspondiente en hermosas vidrieras de colores iluminadas desde dentro por luces led alimentadas por baterías. Cada carroza va acompañada de diez faroles que representan sendas avemarías, uno por el padrenuestro y otro por el gloria. Los faroles de las letanías, uno por cada invocación, cierran la serie del rosario. Pero es entonces cuando aparecen otras quince carrozas monumentales, que, igualmente, son vidrieras de colores iluminadas, que pueden alcanzar los cinco metros tanto de largo como de anchura y de altura. Son algo deslumbrante y están dedicadas a la Virgen del Pilar. Por megafonía se va dirigiendo el rezo del rosario por todo el recorrido. Cada carroza va acompañada de grupos parroquiales, cofradías, asociaciones piadosas, gente que se une a ellos en el último momento. Pueden procesionar hasta cien mil personas y otras trescientas mil se congregan en todo el trayecto para contemplar su paso en cualquiera de los puntos por donde discurre. Devoción, oración, fe, arte, luz, emoción son palabras que intentan describir algo indescriptible y que es necesario conocerlo para saber qué es realmente. "Aragón Televisión" realiza una transmisión en directo del Rosario de Cristal muy profesional, a la altura de cualquiera de las mejores televisiones del mundo, y lo ofrece en su página web en su sección "a la carta".

   La Ofrenda de Flores comenzó modestamente en 1958 y desde entonces siempre ha ido hacia arriba tanto en participación como en organización. Se ha llegado a un punto en que se puede decir con toda propiedad que no se puede entender Zaragoza sin la Ofrenda de Flores a la Virgen del Pilar, siendo el acto central de las fiestas, el más concurrido, el más querido y admirado. El Rosario de Cristal hunde sus raíces en la segunda mitad del siglo XIX, pero es en el siglo XX cuando se han ido incorporando la mayor parte de las carrozas que lo integran, donaciones piadosas casi en su totalidad. En el siglo XXI se incorporó la última cuando, en 2002, el papa Juan Pablo II instituyó los cinco misterios luminosos. En esa ocasión, en lugar de hacer cinco carrozas, se hizo una en forma pentagonal -la única en ese formato- mostrando uno de los nuevos misterios en cada una de sus caras. En su gran mayoría, los diseños de las 31 carrozas que desfilan en el Rosario de Cristal pertenecen a arquitectos de reconocido prestigio.

   Todos deseamos dar a conocer nuestras costumbres y especialmente aquellas que son de un gran significado para nosotros. Sin ir más lejos, la Semana Santa zaragozana recibió el reconocimiento de Fiesta de Interés Internacional. ¿No merecerían estos dos actos un reconocimiento similar? Ambos tienen suficiente raigambre, son tradicionales, multitudinarios, de belleza sin igual, muy cuidados en su organización, revisten un apoyo popular importantísimo...  No sé exactamente cuál sería la denominación adecuada, pero que sea algo que valore su singularidad y que sirva para darlos a conocer; un escaparate digno y valioso de nuestras fiestas, de nuestra ciudad, de nuestro cariño hacia la Virgen del Pilar. ¡Bendita y alabada sea la hora en que ella vino a Zaragoza! Ofrenda de Flores y Rosario de Cristal son ya, a estas alturas, manifestación de nuestros rasgos de identidad como zaragozanos, como aragoneses, como españoles y como hispanos.  

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