martes, 20 de diciembre de 2011

EMERGENCIA: HAMBRE EN LAS AULAS

El diario decano de Aragón daba la voz de emergencia la semana antes de Navidad: Uno de cada cinco niños acude a clase en Zaragoza sin desayunar por falta de recursos en sus familias. Eso supone nada menos que un 20% de la población de infantil, primaria y primer ciclo de la E.S.O. Son los propios profesores los que han alertado a las autoridades. En tres años, España ha pasado de ser un país próspero a ser un país donde se pasa hambre. Y ojo, porque no estamos hablando de tierras lejanas ni de gentes desconocidas: están entre nosotros; son nuestros vecinos, nuestros amigos, nuestros familaires, nuestros compatriotas. Hacía ya tiempo que a los comedores asistenciales de la Iglesia empezaron a venir familias de aquí, de gente normal que había perdido el trabajo e, incluso, había agotado el paro; decían a los niños que iban a comer de restaurante y era la forma de poder pagar el alquiler del piso o el recibo de la luz sin pasar mayores necesidades. Este fenómero ha ido aumentando en los últimos meses. También Cáritas ha incrementado en porcentajes muy notables el número de personas y de familias a las que atiende, así como los recursos proporcionales que precisan. Ya el año pasado Cáritas nos pidió a sus socios que incrementáramos en la medida de lo pisble las cuantías de nuestras aportaciones para llegar a toda la demanda asistencial que está teniendo. El arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña, ha escrito una carta pastoral a sacerdotes y fieles para tomarse muy en serio la campaña de Navidad y pedir un esfuerzo de recaudación en las colectas que se hacen en las misas de Nochebuena y Navidad en favor de Cáritas.

Un matrimonio me comentaba de sus hijos de corta edad han dicho que no van a pedir nada este año a los Reyes Magos porque “las cosas están muy mal”. Y es que oyen las noticias, ven la preocupación en casa, en los amigos, en los compañeros del colegio. En otra casa en la que el padre se ha quedado recientemente en paro, uno de los hijos pedía a su madre que no era necesario que le pusiera ya el almuerzo para el cole, que podía pasar sin él. Así están las cosas.
Pero lo que no podemos permitir es que el 20% de los niños de Zaragoza vayan a clase sin desayunar. Eso supone nada menos que en un colegio como el de la Obra Dicesana Santo Domingo de Silos, unos mil niños permanecen a diario en ayunas hasta la hora de comer.

De nuevo es necesario apelar a la Iglesia y a las parroquias. En estos días de vacaciones navideñas, se deberían organizar equipos desde las parroquias que detecten estos problemas en los colegios de su demarcación; se debe pedir auxilio económico en las colectas de los domingos (una colecta al mes, por ejemplo, dedicada a esto) y socorrer con desayunos a media mañana, en la hora del recreo, a estos niños con los que se está cebando la nueva pobreza. Al igual que quien no arregla una gotera acaba arreglando la casa entera, si no ponemos soluciones ahora a estos “problemas pequeños”, llegará un momento en que se nos vayan de las manos y debamos arreglar desaguisados mayores, si es que para entonces tienen arreglo. Los cristianos, cada uno desde sus capacidades, hemos de ampliar nuestro compartir en todo lo que sea posible para paliar la pobreza que tenemos en el mismo seno de nuestras comunidades. Ya nos dijo Jesús que los pobres estarían siempre con nostoros. Pues hoy también; y ayer, hoy y siempre suponen una llamada a la solidaridad y al compartir si queremos llevar con dignidad el nombre de “cristianos”. Y, sobre todo, no dar la espalda a los niños y dejar que sean ellos los que acaben pagando los platos rotos de esta crisis injusta.

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